Apodado "la pulga", por su tamaño y por su aparente timidez, Leonel Messi se convirtió en el mejor jugador de la historia al ganar su cuarto Balón de Oro vestido con un nada discreto traje negro con lunares blancos, con pajarita a juego, consciente de que al menos por ahora, nadie puede igualarle en el arte del fútbol.
Messi ha marcado un hito al lograr el cuarto Balón de Oro, y además de forma consecutiva, un altar que ningún otro jugador del firmamento llamado fútbol había conseguido jamás.
Claramente emocionado y faltándole las pocas palabras que normalmente balbucea cuando agradece, el astro dedicó el premio a sus compañeros, a su esposa y a su hijo, y se quedó boquiabierto al ver la platea al completo del Kongresshaus de Zúrich en pie ovacionándole.
La entrada en la historia de este argentino de Rosario, descubierto por el Barça aún cuando era un niño con problemas de crecimiento, no ha sido una sorpresa, dado que una década después de haber abandonado su país, ha sido capaz de romper todos, o casi todos, los récords.
Sólo el año pasado, se convirtió en el máximo goleador de partidos oficiales de la historia del club azulgrana; batió el récord de tantos anotados en una temporada de la Liga de los Campeones (14); y realizó el mayor número de goles en un año natural (91: 86 con el Barça y 12 con su selección), rompiendo el récord que desde hace cuatro décadas ostentaba el alemán Gerd Müller.
No sólo las cifras asustan, también las comparaciones. El astro argentino ha superado a otras figuras de la galaxia del deporte más seguido del mundo, nada menos que a los holandeses Johan Cruyff (1971, 1973, 1974) y Marco Van Basten (1988, 1989, 1992), y al francés Michel Platini (1982, 1983, 1983).
Messi ha marcado un hito al lograr el cuarto Balón de Oro, y además de forma consecutiva, un altar que ningún otro jugador del firmamento llamado fútbol había conseguido jamás.
Claramente emocionado y faltándole las pocas palabras que normalmente balbucea cuando agradece, el astro dedicó el premio a sus compañeros, a su esposa y a su hijo, y se quedó boquiabierto al ver la platea al completo del Kongresshaus de Zúrich en pie ovacionándole.
La entrada en la historia de este argentino de Rosario, descubierto por el Barça aún cuando era un niño con problemas de crecimiento, no ha sido una sorpresa, dado que una década después de haber abandonado su país, ha sido capaz de romper todos, o casi todos, los récords.
Sólo el año pasado, se convirtió en el máximo goleador de partidos oficiales de la historia del club azulgrana; batió el récord de tantos anotados en una temporada de la Liga de los Campeones (14); y realizó el mayor número de goles en un año natural (91: 86 con el Barça y 12 con su selección), rompiendo el récord que desde hace cuatro décadas ostentaba el alemán Gerd Müller.
No sólo las cifras asustan, también las comparaciones. El astro argentino ha superado a otras figuras de la galaxia del deporte más seguido del mundo, nada menos que a los holandeses Johan Cruyff (1971, 1973, 1974) y Marco Van Basten (1988, 1989, 1992), y al francés Michel Platini (1982, 1983, 1983).
Fuente: 20minutos
Publicar un comentario